06 mayo 2010

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 06 de mayo de 2010


Tras muchos días de lluvia y una mañana de titánica lucha en contra de un desagüe que regurgita el agua que debería deglutir, un tímido rayo de sol me anima a salir a la calle. Es la luz que, acompañada de buenas noticias me hace resurgir de mis cenizas.

Aprovecho para acercarme al viejo Canódromo Meridiana convertido ahora – por la inclemente y no siempre querida acción del progreso – en un centro dedicado al arte contemporáneo. La última vez que estuve aquí (el 19 de julio de 2005, tener un Diario me permite la precisión en el dato) aún funcionaba como Canódromo. Con Toni asistimos asombrados al espectáculo que entonces se ofrecía. Lo que ahora se ofrece, santificado con el aura purificadora de la cultura, no le llega ni a la suela de los zapatos al festival de rituales, sabores, olores, texturas, sonidos y coreografías que a diario se representaba.



Queda el edificio, un impresionante escenario diseñado por Antonio Bonet que, después de la restauración llevada a cabo por los arquitectos Xavier Monteys y José Maria de Lecea, no ha perdido encanto. Se echan de menos los luminosos, los viejos carteles indicadores, alguna liebre de recuerdo y un par de aquellos jubilados que siempre ocupaban la grada, pero en general el edificio sigue siendo la mejor parte. En el contenido es donde empezamos a patinar. Arranca este espacio con una salida en falso. Uno de los cajones – seguramente impulsado por algún político con ganas de apuntarse el tanto – ha fallado y ha dejado salir antes al galgo. El resultado es una primera exposición precipitada y fallida. Canodrom 00:00:00 es el nombre del primer proyecto de este Centro de Arte Contemporáneo. Bajo este nombre se engloban obras relacionadas con la antigua función del Canódromo, a priori una buena idea lastrada por la precipitación y la falta de una propuesta global que sirva de vehículo para adentrarse en este espacio reconvertido.
Hay algún acierto (como el proyecto Arquitectura Desplazada de Xavier Arenós), pocos proyectos (algunos de ellos muy flojos) y una sensación de dejadez dolorosa en un espacio nuevo (ver a dos extranjeros deambular perdidos por el espacio sin entender nada – los explicativos no están en inglés, los videos no tienen subtítulos – me hicieron querer adoptarlos para devolver un poco de sentido a sus vidas). Lo que si que me gustó mucho es el video del Observatori Nómada (el único guiño a la nostalgia aunque sea documental).

Espero que este tropezón en la salida no les haga perder la carrera. La inauguración de un nuevo espacio dedicado al arte es siempre una buena noticia, pero la precipitación y la falta de propuestas trabajadas no son buenas compañeras de carrera.

La siguiente parada en el periplo artístico que me he trazado hoy es Can Framis, la sede de la colección permanente de la Fundació Vila Casas. La Fundació Vila Casas es una institución de carácter privado que se dedica al fomento del arte contemporáneo catalán.
La colección que se exhibe en Can Framis es parte de la colección privada de Antoni Vila Casas, una muestra impresionante del arte catalán de los últimos 50 años. Pero lo primero que llama la atención es el edificio. El museo de la Fundació Vila Casas se ubica en una antigua fábrica de finales del XVIII (Can Framis). La restauración, dirigida por Jordi Badia, a conservado dos de las antiguas naves industriales y ha sustituido la tercera – que se hallaba en mal estado – por un edificio de nueva planta. El resultado es espectacular (son más de 5800 m2 dedicados al arte).



Pero si el edificio es espectacular, la colección todavía lo es más. Hay de todo: Tàpies, Plensa, Chancho, Zush, Subirachs, Rafols Casamada, una selección de nuevos realistas e hiperrealistas que me hubiera llevado gustosamente a Graceland (encabezada por los hermanos Santilari y con obras de Cisquella, Vilaró, Garcés, Goytisolo,Serra de Rivera...), Vilacasas, Tharrats, Cuixart... hasta el empacho. No sólo hay cantidad, sino que también hay mucha calidad. Desde hoy se ha convertido en un fijo en mis rutas por Barcelona. Hoy he estado totalmente sólo, un placer y una lástima.

En el espai A0, una sala de exposiciones temporales de la misma Fundació Vila Casas, veo una exposición de Guerrero Medina que bajo el nombre “La Retirada. Exilis” recoge pinturas del artista dedicadas al éxodo de los refugiados republicanos tras su derrota en la Guerra Civil. Me gusta, pero el deficiente sonido del video que se proyecta me hace huir del espacio.

Vuelta a casa.

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