21 abril 2008

DIARIO DE UN OCIOSO
Lunes, 21 de abril de 2008


Una mañana de lunes tranquila, que decido invertir en cocinar un poco, pone fin a un par de días en los que las actividades gastronómicas – por utilizar un eufemismo en vez del término comilona - se han convertido en el centro de nuestro tiempo de ocio.

Arrancamos el viernes volviendo a “Le Quattro Stagioni”, en esta ocasión para regalarnos el menú de degustación de primavera. Cuando llego, y contra todo pronóstico (la semana pasada fue la primera vez que vinimos), me reconocen y me acompañan a la mesa donde María José me espera sin necesidad de presentarme ni decir nada.
El menú empieza flojo con un helado de ceps con teja de parmesano, algo incómodo de comer y no del todo conseguido, pero enseguida remonta con la piadina de parmesano, jamón ibérico y mozzarela (un plato menor pero delicioso), con la ensalada de espárragos verdes, calçots y langostinos con espuma de parmesano (que empieza a apuntar alto) y con unos impresionantes fettuccine al doppio burro.
Los dos platos finales suben el listón todavía más alto: primero una taggliata de buey mechada con parmesano y, para rematar, vieira asada con alcachofas y parmesano (el plato más delicioso de todos, una fiesta para los sentidos).
Acompañé el menú con un Rinaldini Cabernet Sauvignon (que me recomendaron y me gustó mucho). De postre un flan de parmesano que llegó cuando ya no podíamos más. Unos cafés pusieron fin a la fiesta gastronómica en la que el parmesano es el principal protagonista al estar presente en todos los platos. Un menú coherente y muy acertado, la tranquilidad, la amabilidad y profesionalidad del servicio y el agradable local hacen que los 45 € por cabeza que tenemos que pagar, estén más que bien invertidos. Descubrir un clásico de la ciudad y que te sorprenda dos semanas seguidas es una buena noticia.
Al salir del restaurante damos un largo paseo por el barrio con Cass. Nuestro pueblo está de fiesta y nos acompaña la música que llega de un – lejano – concierto. Hablamos y reímos con sensación de verano en la piel. Es hora de irse a la cama.

Sábado. Mañana de ordenadores mientras María José se encarga de ordenar y limpiar Graceland (sepultada estos últimos días por capas de pelo blanco). A mediodía nos 136 velas hubieran ocupado todo el pastelacercamos a casa de mis padres para celebrar el cumpleaños de mi madre, de mi hermana y de María José (entre las tres cumplen 136 años). A las risas y gritos habituales se suman los regalos, las canciones de cumpleaños y el tradicional pipi de Cass en el comedor.
De nuevo el menú resulta excesivo y salimos casi rodando con lo que el resto del día lo dedicamos a dormitar en el sofá.

Domingo. Jordi P. nos regaló hace unos días una foto suya. Hemos hecho una la foto de Jordi, ya colgada en Graceland
ampliación de gran tamaño y esta mañana por fin la hemos colgado. Nos hacía mucha ilusión tener obras de amigos y la foto de Jordi nos gusta mucho. Es la primera obra de un amigo que colgamos de las paredes de Graceland, esperamos que no sea la última.
A mediodía recogemos a Cristina y nos vamos a casa de Yoli y Rafa para celebrar el cumpleaños de Lucas. El día no acompaña y la fiesta se traslada del jardín a la bodega. Muchos niños por todas partes (en total cuento 9, pero como se mueven muy rápido igual me he descontado), 16 adultos (también es posible que me halla descontado), mucha comida buena (memorable la empanada de atún y la paella hecha con leña), unos pasteles deliciosos y mucho caos. A Yoli y a Rafa casi no los vemos... y hablar con ellos es más que difícil.
El resto del día, a pesar de que nuestra actividad ha sido contemplativa, lo hemos dedicado a reposar y a digerir la comida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jordi, hemos de "inagurar" tu regalo. Por el momento tendrás que conformarte con un beso virtual. Mua. Muchas gracias