06 diciembre 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 05 de diciembre de 2007


Se acaba el día y me resisto a dejar que los últimos minutos se escurran entre mis dedos. El día ha sido intenso y lleno de emociones pero aún me gustaría arrancarle algunos minutos y disfrutar de más sensaciones intensas.

Suena el despertador perruno justo antes de que suene el que hemos programado. Nos obligamos a levantarnos y a que el día arranque con nosotros. Después de desayunar, en el centro de Barcelona y con Cass, damos un largo y agradable paseo (y María José aprovecha para recoger las entradas para el Primavera Club del sábado que le han regalado los amigos de Le Cool). Parece un sábado cualquiera pero sabemos que sólo es una ilusión y que dentro de un rato tendremos que trabajar (pero en el aire se respira un aroma de viernes que anima y quita cansancios y malos humores).

Tras la jornada laboral (...) me acerco a la Sala Apolo para regalarme una segunda entrega de Primavera Club.

Pero el concierto de hoy no es un concierto normal. Tengo que pararme y romper el ritmo antes de seguir con el relato de lo que acabo de vivir.

Hace muchos años (catorce, quince quizás) la energía de Lagartija Nick me cautivó en el concierto que ofrecieron en el Universal. Desde aquella noche, compartida con Jordi P., he seguido la carrera de los granadinos con interés y respeto.

lagartija nick en el primavera club
Hubo un tiempo en que el rock era actitud, entrega y poder. El concierto de los Lagartija Nick de esta noche – en una sesión en la que volvían a tocar “Inercia”, su segundo álbum – me ha devuelto a esos tiempos en uno de esos conciertos difíciles de olvidar.
Temas enlazados uno tras otro, dos guitarras afiladas y una sección rítmica – bajo y batería – totalmente entregadas, actitud en el escenario, generosidad y derroche de fuerza. Sólo me faltaba la buena compañía que tuve en mi primer concierto de los Nick.

Rodeado de un público entrado en años - ¿dónde está el público joven de los festivales de verano? – me lo he pasado en grande disfrutando de nuevo de ese “Inercia” que hace años olvidé en un cajón.

Gracias por el concierto, me lo he pasado genial y he recordado porqué me gusta el rock.

Al salir de Apolo – el festival continúa pero yo ya tengo bastante por hoy – necesito un poco de descompresión y camino un rato y luego, con una bicicleta del Bicing, me acerco a Graceland donde, antes del merecido descanso, descargo emociones escribiendo esta crónica de un gran día en el que el trabajo sólo ha sido un prescindible paréntesis.

Lo peor del día es que las cerveza siguen siendo insultantemente caras en Apolo.

No hay comentarios: