07 octubre 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 06 de octubre de 2007


Viernes. Me encuentro con María José, Nuria y Jordi R. en el Hanagin y, aunque todo está bueno, el restaurante no es como lo recordábamos (oscuro, tranquilo... debimos venir un día entre semana). No es lo que nos apetecía, pero hace tiempo que no estábamos juntos, tenemos mucho que contarnos y, pese a las condiciones ambientales adversas, pasamos un buen rato. Rematamos la noche en una bodega cercana.

Sábado. Nos levantamos tarde para lo que es habitual y nos acercamos al mercado de Santa Caterina para comprar quesos. En la parada de siempre nos encontramos con Jordi R2 que también compra aquí y lo animamos a invitarse un día a cenar (con un pan bajo el brazo como peaje imprescindible). Después damos un paseo por nuestro antiguo barrio que sigue trasformándose. Nos alegra ver que los vecinos que lucharon por una zona verde en “el forat de la vergonya” han ganado la partida y que esta zona, degradada hasta hace poco, empieza a tener árboles y plantas. Pasear por estas calles, ahora como turistas ajenos al barrio, es extraño. Por un lado hay cierta nostalgia – durante diez años estas fueron nuestras calles y en estas tiendas compramos - y por otro nos sorprenden los cambios, algunos para bien (como el de esta nueva zona verde), otros para mal (la carnicería donde compraba el cordero ha cerrado y en vez de su mostrador de mármol, su mesa de madera para cortar la carne y su báscula antigua ahora hay una plataforma cárnica con neveras llenas de carne envasada).
Vuelta a Graceland. La tarde pasa volando con siestas, series y paseos con Cass.
Por la noche, con los quesos que hemos comprado (una pequeña torta del casar, un poco de tete de moine, un manchego seco, un poco de patamulo y parmesano) nos regalamos un banquete en el patio de Graceland. La luz de una vela y una agradable conversación ponen el resto.

No hay comentarios: