31 agosto 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 31 de agosto de 2007


Viernes. El retorno a la vida laboral tiene algún – nimio – aspecto positivo. Sin pensar demasiado viene a mi mente uno: el fin de semana. Hoy es viernes, día brillante que, aunque por delante tengamos una – más o menos dura – jornada laboral, ilusiona y esperanza por igual.

Esta mañana me he levantado pronto después de una noche inquieta y he salido con Cass a pasear. En la calle, tranquila todavía a esta temprana hora, me cruzo con más coches que personas.
Hace fresco y el camino hasta el quiosco es tonificador. Una de las ventajas de volver a la civilización, después de las vacaciones en tierras salvajes, es que puedes desayunar con el periódico del día por pronto que te levantes. Miro el reloj de la plaza: las 6:30 (cuando digo que es pronto, no exagero).

Con el periódico bajo el brazo me acerco a la panadería. A estas horas en el barrio hay dos abiertas, curiosamente una frente a la otra. Hoy me decido por la pequeña ya que sus baguettes están recién hechas. Huele a cruasanes y a pan. Pago y cojo mi barra que está caliente y desprende un olor delicioso, llevarla en la mano es uno de esos pequeños placeres difíciles de explicar ya que, aparentemente, no son importantes. El pan, si aprietas un poco más cruje, el olor es tentador pero intentas llegar con la barra intacta a casa, el calor que desprende te calienta las manos...Caminando tranquilamente, vuelvo a casa donde María José ya ha preparado el café. Desayunamos comentando las noticias del periódico que nos hemos repartido y repasando nuestras respectivas jornadas mientras en la radio que tenemos encendida suena un informativo al que apenas prestamos atención.

María José se va a trabajar y yo me quedo leyendo el periódico en la cocina. Ha empezado el día. Buscar magia en la rutina no es tan difícil, sobretodo si hoy es viernes.

1 comentario:

empareja2 dijo...

Un texto muy emotivo (y mágico, sí). Nos ha embelesado.