07 enero 2007

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 06 de enero de 2007


Viernes. Suena el pistoletazo de salida para el fin de semana con una hora de retraso sobre el horario habitual y 40 minutos después llego a Graceland donde me espera la no institucionalizada pero ya clásica “cena de la noche de reyes con los padres”. Este año no hemos podido cocinar (cosa que hacemos cada año con la intención de demostrar a nuestros padres que podemos alimentarnos por nosotros mismos) pero los restos de “Mar i Muntanya” (estratégicamente congelados) y una ensalada de tomate y jamón deliciosa son las colaboraciones de nuestras madres para ayudarnos a superar este momento de zozobra.
Me gusta tenerlos a los cuatro en casa.
Como la cena ha empezado tarde, también acabamos tarde. A las dos cogemos el coche con la intención de ir a la feria de reyes para comprar bicicletas para alguna de las campañas de recogida de juguetes (otra tradición navideña que hace años que María José se encarga de perpetuar). Tenemos el dinero pero no somos capaces de encontrar bicicletas – la feria parece haber perdido mucho (en número de paradas y en cantidad y calidad de los juguetes expuestos) desde nuestra anterior visita hace dos años-. Muy decepcionados decidimos guardar el dinero para el año que viene y comprar las bicis con más previsión. Una lástima, el año que viene nos resarciremos. Volvemos a casa con sensación de derrota – física y de ánimos por no haber podido cumplir – y nos dormimos casi inmediatamente.

Sábado. Con los años hemos conseguido arañarle minutos al madrugón del día de reyes. A una hora decente nos levantamos, recogemos a Sus y Alberto y seguimos nuestro camino hacia Alella donde nos espera el resto de la familia.
Regalos (muchos libros, utensilios de cocina y una linterna que funciona sin pilas), el chocolate de la tía Antonia (tan sólido como cada año y buenísimo como siempre), el “Tortell de reis” y una larga sobremesa de desayuno.
Vuelta a Graceland y a la cama. Hay que dormir.

Por la tarde, y tras una comida de supervivencia y un par de “C.S.I.” atrasados nos vamos a casa de Olivia y Roberto. Más regalos y una necesaria puesta al día después de tanto tiempo sin vernos. Martina está genial y no para de hablar y cantar en toda la tarde. Pero Roberto tiene que trabajar y lo dejamos para otro día al poco tiempo de irse él.

Acabamos el día con un nuevo periodo de narcolepsia en los sofás de casa. Cass decide que el mejor sitio para dormir es encima de mi barriga, y yo no tengo fuerzas para contradecirla.

TOM WAITS
ORPHANS. BRAWLERS, BAWLERS & BASTARDS


tom waits. orphansEl nuevo trabajo de Tom Waits para Anti (sello en el que parece encontrarse a sus anchas y dónde está viviendo un periodo creativo especialmente interesante) es un triple cd, imprescindible para sus seguidores y una buena puerta de entrada para aquellos que todavía no conocen el universo musical protagonizado por el bueno de Tom:
Blues de vertedero, poesía de taberna, rock lo-fi, historias de perdedores, fotografías en blanco y negro, himnos de derrotados...
Los tres discos, pese a tener mucho que ver entre ellos, son distintos.
En Brawlers encontramos el Waits que se mueve en ese terreno pantanoso donde el blues y el rock pierden su identidad para confundirse (con una versión de “Ramones” como sensacional e inmerecido regalo).
Bawlers contiene el Waits más íntimo. El Waits que nos regaló “Alice”, el de las baladas, el de los himnos casi religiosos, el de las historias entrañables... el Waits que más me gusta.
Bastards está lleno del Waits que experimenta, que cuenta historias, que recita recordándonos a los poetas de la generación Beat, que se acuerda de sus muchos referentes (Brecht, Weill, Bukowsky, Kerouac...).
De nuevo el equipo Waits- Brennan se rodea de buenos músicos (entre ellos Marc Ribot, ya un habitual en los últimos discos de Waits) para ofrecernos una nueva maravilla que añadir a su colección de canciones tristes, de derrotas musicales llenas de alcohol, sudor y acompañamientos imposibles. Gracias (i gràcies Eli pel regal).

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