27 diciembre 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 26 de diciembre de 2006


Mi anterior post ha provocado reacciones que no esperaba y que han hecho que me cueste sentarme a escribir de nuevo. Pero recordando cual es el motivo por el que escribo esto, aquí tenéis un resumen – intentaré que sea breve – de estos últimos días.

El domingo por la mañana (día 24) – como marca la extraña tradición que nos hemos inventado – María José y yo nos damos los regalos. A María José le encantan los suyos, a Cass los papeles que los envuelven y yo soy el orgulloso propietario de un tirador de cerveza que hará las delicias de los habituales de Graceland (la inauguración será la noche de fin de año, no faltéis). A parte del sueño hecho realidad, un fabuloso disco de flamenco (Qawwali Flamenco con Duquende, Miquel Poveda, Faiz Ali Faiz y Chicuelo) y otras pequeñas delicias que harán más sabrosa mi vida son los regalos que me tocan en suerte

Después paseamos por el Born, descansamos en casa y, finalmente, cogemos los regalos y vamos a casa de mis padres.
El habitual caos familiar de la noche de nochebuena cuenta este año con una espectadora de excepción. Kyol es la nueva incorporación a la familia y durante la cena no deja de sonreír pese a la locura que le rodea: su suegro es Santa Claus y su nueva familia (en total somos 17 a la mesa) grita, se pelea – también a gritos -, ríe, se abraza, bebe mucho y come sin moderación y se hacen regalos al acabar la cena.
En el reparto de regalos soy afortunado: música, juegos, libros, una lámpara para Graceland... no me puedo quejar.

A las 4:00, y con gran alegría de nuestros vecinos, decidimos dejarlo para otro día. Para pasado mañana para ser más exactos.

Lunes. Los excesos se pagan y duermo mal mientras mi estómago reclama un poco de atención y cuidados.
Cogemos el coche y nos acercamos a Alella a casa de los padres de María José. Este año, en la habitual comida navideña, me modero ya que mi estómago sigue en un estado lamentable.
No perdono – no obstante – la ya tradicional siesta de navidad. Siesta realizada con el run-run de la sobremesa como hilo musical.
Alejandro se viene con nosotros a Graceland y se pasa el resto del día jugando con Cass. Por la noche no conseguimos separarlos y duermen, agotados, uno junto al otro.

Martes. Me despierto, paseo a Cass y, con Alejandro, preparamos el desayuno antes de despertar a María José. No cansados con los juegos de ayer, Alejandro y Cass siguen su guerra.
A mediodía la familia pasa a recoger a Alejandro y abrimos los regalos que Papa Noel dejó para él y para Joanna.
Después, en casa de mis padres, llega el momento del esperado “Mar i Muntanya” de mi madre. Placer anual al que me veo obligado a renunciar (sólo me como una albóndiga) con gran dolor y muchas lágrimas. Pese a la renuncia, la comida resulta tan divertida y agradable como suele ser habitual.
Volvemos a Graceland y nos ponemos a dormir.

Mientras esto pasaba he acabado “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez y he empezado “La danza de la muerte” de Douglas Preston y Lincoln Child que me regaló Eli.

LOS GIRASOLES CIEGOS
ALBERTO MÉNDEZ

alberto mendez. los girasoles ciegosAlberto Méndez tenía 63 años cuando, en enero del 2004, se publicó su primera novela “los girasoles ciegos”. Unos meses después, y sin haber disfrutado del merecido éxito que su novela estaba destinada a tener, un cáncer acababa con la vida de Alberto Méndez.
Desde entonces el boca a oreja y un puñado de buenas críticas han convertido la novela de Alberto Méndez en un éxito editorial.
“Los girasoles ciegos” es una novela de perdedores. Cuatro historias – enlazadas entre ellas con pequeños detalles de artesano – protagonizadas por los derrotados por el franquismo. Son historias contadas en voz baja, sufridas en silencio y fruto de la derrota espiritual. Son historias tristes, pero Alberto Méndez consigue llenarlas de luz pese a la oscuridad que rodea a los protagonistas.
“Los Girasoles ciegos” es un homenaje a la memoria. Un libro delicioso que se lee con facilidad..

No hay comentarios: