29 octubre 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 28 de octubre de 2006


Cuando observas desde una cierta distancia, todo parece más pequeño. Tras una semana especialmente dura, llega el sábado y todo (el sufrimiento, las prisas, el mal humor, la adversidad) se olvida rápidamente y piensas que no era para tanto.

Me levanto pronto – María José todavía duerme – y salgo con Cass a comprar el periódico y el pan del desayuno. El barrio despierta, el mercado se pone en funcionamiento, en la plaza cantan los pájaros y huele a cruasanes acabados de hacer. Salir de la cama ha dado pereza, pero el paseo – acompañado por el aire fresco de la mañana - compensa el madrugón. Al llegar a casa leo el periódico y desayuno con María José.

Compras, primeros y vacilantes pasos con lo que espero será la felicitación de navidad de este año y una visita al hospital llenan la mañana. Cuando llegamos al hospital, mi padre y su compañero de habitación duermen a pierna suelta (ups... mala frase hecha para referirse a gente que precisa de muletas para caminar). Escribimos una nota y los dejamos dormir mientras nos vamos a comer la peor parrillada de verduras que he comido jamás.

Volvemos al hospital. Mi padre está mucho mejor y ya camina por el pasillo.

De nuevo en casa nos entregamos al visionado de series (“Prison Breack” y “Friends”) sin dejar tiempo para nada más.

Suena Jamie Cullum mientras escribo esto y también ayuda a recuperar fuerzas.

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