14 mayo 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 13 de mayo de 2006


Jueves. La telepatía existe. Sin necesidad de hablar, y a kilómetros de distancia, tanto María José como yo sabemos que hoy cenamos fuera. El destino final es el “Hanin”. Cenamos y el kimchi recarga mis baterías lo suficiente para afrontar un viernes que se plantea duro.

Viernes. Por la noche, tras entregar lo mejor de mi para aumentar el patrimonio del señor Levi, voy a casa de Jordi P. y Emma. La cena es la mejor excusa que se les ha ocurrido para obligarnos a ver las fotos de su último viaje (unas fotos fantásticas de Marruecos). Saben que la promesa de comida y bebida es el mejor reclamo para obligarnos a caer en la trampa.
Soy el primero en llegar y después llegan David y Iola (con la amenaza de tener su segundo hijo durante el transcurso de la cena), María José, Víctor y Laura.
Tras pagar el precio de la cena (visionado de las fotos) nos dejan acceder a la mesa y nos regalan una cena buenísima (las albóndigas son sensacionales y todos repetimos).
Hacía tiempo que no estábamos todos juntos y ya era hora de que alguien nos convocara.pintada callejera, ideal tras el papeo que nos hemos pegado
Las cervezas, el vino y el cansancio acumulado durante la semana pasan factura y es todavía pronto – creo que las dos- cuando decidimos iniciar una digna retirada.
Me llevo, de regalo, una pintada callejera.

Sábado. Clases con Cass, siestas y limpieza a fondo de “Graceland” son todo lo que somos capaces de hacer el sábado que acaba con la visita del vecino que se ha dejado las llaves de casa dentro y utiliza nuestro patio para volver a entrar. Las patatas que teníamos para cenar se las lleva el hijo pequeño del vecino (un pinta del que – seguramente – volveréis a encontrar algún día en este diario).

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