16 febrero 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Jueves, 16 de febrero de 2006


De nuevo reparaciones en Graceland. Ayer vino el pintor y dio un último repaso a los estragos que causó el pequeño escape, hoy – tras un desayuno con María José que nos llenaba de energía para todo el día - descubrimos una gotera que nos vuelve a poner en la órbita de las reparaciones domésticas, mañana vienen a arreglar el alicatado del patio... es un no parar.
Graceland es una maravilla, pero cuando compras una casa crees que tu única inversión será el dinero que entierras en ella. Llevo un montón de mañanas sentado en esta misma mesa, escribiendo o jugando con el ordenador, mientras a mi alrededor un ejército de pintores, paletas, encargados, mirones, carpinteros... arreglan pequeños desperfectos.

Rodeados de todo tipo de operarios, ayer nos entró envidia y decidimos pintar el trastero. El desastre fue mayúsculo. Se nos acabó la pintura antes de acabar (en parte por que una cantidad considerable de ella estaba repartida entre mi ropa y mi persona) y el aspecto del trastero es deplorable. Pese a que el resultado final no es el esperado hemos decidido que nadie tendrá acceso a esta pequeña habitación – y por lo tanto no tendremos que justificar nuestra nula pericia pictórica- y que ahora está mucho mejor que antes (este último punto es dudoso, pero hemos optado por mentirnos repetidamente y así llegarnos a creer nuestra propia mentira – justo como hace el PP en la política española-).

Otras cosas. Estoy acabando “La Guerra Civil Española” de Antony Beevor. Josep Maria me comentaba que contiene inexactitudes y lo criticaba abiertamente por poco riguroso. Habla desde la posición de un experto y por eso entiendo lo que quiere decir.
No obstante me está gustando mucho – Beevor escribe muy “fácil” y eso se agradece - y creo que es una buena introducción a la historiografía de la Guerra Civil para un profano. Con el tiempo, si sigo navegando en la historia de España, podré ser capaz de ver las inexactitudes de las que Josep Maria me habla, por ahora el libro de “Beevor” me parece una obra divulgativa que acerca la historia al gran público. Es necesario conocer nuestra historia para evitar los errores del pasado (cosa que, por desgracia, no hacen los políticos que actualmente nos ha tocado sufrir).

La rutina me ha atrapado otra vez... pocas actividades me alejan de mi quehacer diario en Levi Pants. Los ratos que paso con María José: desayunos, cenas y risas mientras pintamos, cargan mis pilas en el cruce del desierto.

Para acabar dos pequeñas cosas que también han dado alegría a estos últimos días: Víctor “Mans Blaves” me ha incluido en el grupo de elegidos que reciben por e-mail sus crónicas desde Portugal. Me gusta leer de él (¿Para cuando un blog?).
Y ayer, en Levi Pants, me reencontré con Alfredo. Durante los últimos años nos hemos encontrado en diferentes circunstancias y en diferentes lugares. Le tengo aprecio y me gusto verlo.

Por hoy parece que el desfile de operarios ha llegado a su fin (un pequeño vacío en la pintura del techo deja testimonio de su actividad). Tengo el tiempo justo para hacer cuatro cosas en casa y salir con destino a Levi Pants. Otra mañana perdida... o no (el “Desglaç” de Miguel Poveda sigue llenando de luz mis mañanas).

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