09 enero 2006

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 8 de enero de 2006


Viernes. Sigue el maratón de tradiciones navideñas. Nos levantamos pronto, recogemos a Sus y a Alberto y seguimos nuestro camino hasta Alella. Regalos – tengo lectura asegurada por mucho tiempo - y chocolate deshecho.

Volvemos a casa y nos regalamos una siesta del carnero antes de continuar con las tradiciones. La comida en casa de Olivia y Roberto es de reciente incorporación pero, pese a las pocas ediciones, se está consolidando en el calendario como la despedida ideal de las celebraciones navideñas. Largo aperitivo, surtido delicioso (y harto apestoso) de quesos franceses y los esperadísimos canalones.

La sobremesa se traslada al sofá dónde empiezo a jugar con mi último regalo: un mando que, conectado a la tele, permite jugar a los viejos juegos de Activision. Nostalgia y navidad siempre van unidas. Martina y María José también juegan con sus nuevos juguetes.
Vuelta a casa. Siestas y perezas.

Sábado. El día pasa lento, no hay prisa y si cansancio acumulado. A mediodía Consol, Alberto y Clara vienen a hacernos una visita. En contra de nuestra costumbre no hemos preparado nada. Improvisamos una foundee de queso en la cocina y la acompañamos con restos de serie por fin de temporada. La próxima en Milán.

Domingo. Siguen las perezas que este largo fin de semana nos ha puesto en las manos. Por la tarde – ha costado mucho ducharse, vestirse y salir a la calle- vamos al “Teatre Nacional de Catalunya” a ver “Les falses confidències” de Pierre de Marivaux. El texto, la dirección de Sergi Belbel y las interpretaciones (sobretodo Míriam Iscla y Laura Conejero) nos hacen pasar un muy buen rato. Las tres horas que dura la obra pasan volando, salimos con una sonrisa en los labios.

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