13 septiembre 2005

"No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorva cualquier divinidad. No a un mas allà, ni aún siendo el paraiso reservado a islamitas, con beldades que un libro garantiza siempre vírgenes.
Porque esos son los juegos para ingénuos en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser, a lo seguro.
Rechazo otro ser.
Tras consumida mi ración de este guiso indigerible, otra vez no. Una vez ya es demasiado."

José María Fonollosa. No.


DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 11 de septiembre de 2005


Sigo sin línea telefónica y sin adsl. Este hecho - del que sólo es culpable telefónica- afecta a la regularidad de este diario.

Viernes. En el afán por empezar a conocer los locales de nuestra nueva ciudad reservo mesa en un restaurante y, tras cumplir en Levi Pants con la eficacia que me caracteriza, hago un recorrido marathoniano en metro para - finalmente- encontrame en él con María José.
Cal Naré (c/Joan Pallarés, 31-33 L'Hospitalet de LLobregat Tel. 933381774) es un pequeño y agradable restaurante de cocina de mercado. Pese a ser viernes estamos casi sólos (de hecho somos los únicos que hemos reservado) y la cena resulta deliciosa.
La primera incursión gastronómica en l'H se ha saldado con resultado satisfactorio (sigo, no obstante, a la espera de sugerencias que guíen mis próximos pasos). Al salir es tarde y estamos muy cansados.

Sábado. Mañana de trámites, presupuestos, lámparas y centros comerciales. Por la tarde nos encontramos con Pepe y Lidu en nuestra vieja casa. Han venido para llevarse la vieja nevera y un armario. Abdel, un vecino con furgoneta, les ayuda. Al sacar la nevera de su sitio encontramos un nido de suciedad entre la que se esconden tesoros de valor incalculable: una modeda de cinco pesetas (calculad vosotros mismos cuanto tiempo lleva ahí), un kiri (queso en porciones cuyo contenido plástico le ha permitido permanecer inmaculado pese a que hace mas de tres años que no consumimos este tipo de quesitos) y una chocolatina pequeña de esas que ponen en bares y restaurantes para acompañar el café (un verdadero desperdicio).
Al acabar la mudanza necesitamos un baño casi tanto como un cambio de ropa. Pasamos por una bodega del barrio para comprar una botella de vino y vamos a casa.
Adecentados y en moto vamos a casa de Jordi P. y Emma. La excusa de la cena es enseñarnos las fotos de las vacaciones. Desgraciadamente no tenemos nada que enseñar pero disfrutamos viendo las fotos de los demás.
A la hora de cenar somos ocho: Jordi, Emma, David, Iola, Víctor, Laura, María José y yo. Risas y grandes discusiones animan la cena (buenísimo todo). Jordi intenta convencerme de las gratuitas ventajas de creer. Se lo agradezco porque se que su intención es buena, quiere lo mejor para mí. A él va dedicado el poema de Fonollosa que encabeza el diario de hoy.
A las cuatro y cansadísimos abandonamos la casa de Jordi. Nos lo hemos pasado muy bien y siguen apareciendo inesperados regalos de cumpleaños, Víctor y Laura han puesto en mis manos "l'Historiador" de Elizabeth Kostova, un libro que tenía muchas ganas de leer.

Domingo. Día de recuperación en la paz de Graceland. Siestas, perezas... sólo cuando oscurece salimos a dar un largo paseo.

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