22 agosto 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 21 de agosto de 2005


Viernes. Nos ha costado mucho sudor y muchos rollos de precinto encajar nuestra casa y, apenas 24 horas después de haberlo conseguido, empezamos a deshacer el trabajo hecho. La primera noche ha sido corta pero hemos descansado y – sobretodo – ya nos sentimos en casa.
Vamos hasta nuestro viejo piso y, pese a que todavía nos une un vínculo afectivo, ya no me siento en casa. Es un piso donde viví hace tiempo – ayer aún dormí aquí – pero mi casa está en otra ciudad.
Por la noche, cuando salgo de Levi Pants, ya es sábado.

Sábado. Desde hace unos minutos tengo 37 años. María José me espera en la puerta de Levi Pants y me lleva a cenar. En el “Ugarit” – ya pasa de la 1 de la madrugada – nos reciben con una sonrisa y nos hacen sentir como en casa. Cenamos y, sin fuerzas para más, volvemos a casa. Allí me esperan mis regalos: un reproductor de mp3 - en el que ahora mismo está sonando el “Soidemersol” de La Buena Vida-, una tabla de cortar para mi nueva cocina, un libro con los grabados de Goya, los cuatro Asterix que me faltaban y un cd. Muchas gracias.

Por primera vez en muchos días no es el despertador el que nos saca de la cama. No es tarde pero da gusto no preocuparse por parar el despertador. Por la mañana compramos para la cena de hoy y por la tarde adecentamos un poco la casa y deshacemos unas cuantas cajas.
Cena de cumpleaños con amigos (Jordi R., Nuria, Amador, María, Toni, Jordi P., Emma, Consol y Alberto nos acompañan). Mas regalos (entradas para ir a un concierto de Sisa, libros, complementos para la casa y el boli de los astronautas…).
El último regalo requiere una pequeña explicación: en uno de los mejores episodios de “Seinfeld” Jerry visita a sus padres en Florida y uno de los vecinos de sus padres le regala el boli “de los astronautas” que escribe incluso en condiciones de ausencia de gravedad. Habíamos hablado y hecho risas con el episodio varias veces y Jordi encontró que el boli era el regalo ideal para mí. No se equivocó, a parte de las risas y el buen rollo que consiguió, ahora puedo escribir este diario en el espacio, o bajo el agua, o en temperaturas extremas…
A las 4:30 conseguimos echar a los últimos. Por suerte aún no tenemos vecinos, la casa ha resistido bien el primer asalto de importancia.

Domingo. Descubrimos lo gustoso que es no hacer nada durante todo el día. Disfrutamos, sin obligaciones, por primera vez de Graceland.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantástica cena y mejor compañía!
Que cumplas muchos más ;-)

La próxima en casa de Rogerlio y sino termina "la cantera" (las obras), este año, cenamos en la mia.

Una abraçada!!