10 abril 2005

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 8 de abril de 2005


Salgo de Levi Pants antes de lo que es habitual. Cojo el metro para alejarme de la ciudad vecina y en Barcelona el tren para ir hasta la Estación de Sants. Allí, en el hotel que se alza justo encima de la estación, los compañeros de trabajo de mi madre han organizado una cena sorpresa para ella con motivo de su próxima – el viernes que viene – jubilación.
Pese a las carreras por los pasillos del metro me pierdo su entrada triunfal en el Hotel pero cuando llego todavía está emocionadísima.
En el salón en el que se celebra la cena somos casi 100. La noche se llena de emociones: homenajes, canciones, regalos de alto valor sentimental y otros más prácticos (un viaje con el que empezar a disfrutar del tiempo libre que ahora le sobrará), abrazos, besos...
En quince días mi madre dejará de tener relación laboral con la empresa para la que trabaja... muchos años de dedicación, buenos y malos momentos, alegrías y disgustos... y una noche inolvidable. Es una suerte poder compartirla con ella y poder ver como se emociona con las muchísimas muestras de sincero afecto que sus compañeros – muchos de ellos ya amigos – le brindan.
El sentimiento – me lo decía hace unos días – es agridulce. Por un lado está cansada y ve la jubilación como una liberación... pero sabe que también echará de menos los buenos momentos y la relación con gente más joven que ella que tantas energías le ha aportado durante los últimos años.
Vuelvo a casa con María José contento de haber podido estar hoy con ella y de haber visto lo mucho que se le quiere.

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