DIARIO DE UN OCIOSO
Domingo, 20 de marzo de 2005
Con el diario bajo el brazo cogemos un tren hasta Castelldefels. Pep nos ha prometido una paella en su casa y aprovecharemos para dar una vuelta por el pueblo. Hace ya casi 20 años que conozco a Pep y, aunque últimamente nuestros encuentros son menos frecuentes, siempre buscamos un momento para vernos y explicarnos como nos trata la vida, a poder ser, con una cerveza en la mano.
Llegamos a Castelldefels pronto y aprovechamos para pasear por el centro y comprar el postre en una pastelería.
Volvemos a la estación donde Pep nos recoge y nos lleva hasta su casa. Visitamos la casa y hacemos una parada especial para admirar la niña de los ojos de su propietario: una emisora de radio que emite 24 horas al día, 7 días a la semana, música de los años 70, 80 y 90.
Es la hora de ponerse a trabajar. Como tenemos una mano ocupada por la cerveza utilizamos la otra para ayudar con la paella en la barbacoa. Pese a mi pobre aportación la paella queda buena y la comida en el interior – pese a que hace sol, la mesa exterior queda a la sombra de los pinos y hace un poco de frío – es más que agradable.
Empieza a oscurecer cuando volvemos a Barcelona. Queda tiempo para empezar a aceptar que mañana es laborable, se acaba el fin de semana.
22 marzo 2005
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