08 agosto 2004

“Tampoco se nos había ocurrido suplir esa carencia con un teléfono móvil. Personalmente me había abstenido de pedirlo porque soy de la opinión de que el teléfono móvil es el más salvaje y abyecto atentado que el progreso tecnológico ha producido contra uno de los pocos tesoros espirituales del hombre: la soledad.”
Lorenzo Silva. El lejano país de los estanques. Barcelona 2003


DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 6 de agosto de 2004


Tras cinco largas jornadas de agotadora esclavitud, mi entrega a Levi Pants llega a su fin por esta semana. Estoy agotado pero consigo reunir fuerzas para emprender el regreso a casa donde me espera María José.
Ha empezado un nuevo período vacacional, limitado por el tiempo (a dos escasos días) pero con un sin fin de posibilidades para disfrutar de cada momento.
Cenamos en el “Ugarit” del Born y después hacemos una cerveza en la terraza del “Black Horse” donde una conocida marca de cerveza americana (si, esa) está de promoción y nos regala –previo consumo – los siguientes objetos promocionales:
Objeto número uno: Un par de llaveros – abre cd’s: Desde este momento pongo una de las unidades de este utilísimo “gadget” al alcance del primer amigo que demuestre interés por él.
Objeto número dos: Una gorra (tipo Luís Aguilé) que pasa a engrosar la abultada colección de María José, sólo superada por la del propio Aguilé y, por motivos laborales, la del capitán Pescanova.
Objeto número tres: Una utilísima chapa que, una vez colocada en la ropa y tras apretar un botón ubicado en su dorso, emite de manera regular destellos cegadores. Su utilidad es un misterio al que no pienso dedicar ni un minuto de mi precioso tiempo vacacional.
Objeto número cuatro: Un reloj de pulsera tan feo como útil para la playa.
Contentos con nuestros regalos, volvemos a casa.

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