14 agosto 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Viernes, 13 de agosto de 2004


Prácticamente a diario consigno en este diario mis desayunos con María José. Y lo hago porque, para nosotros, son importantes. Son la manera de empezar el día juntos, de hacer planes o de contarnos nuestras expectativas para el día que empieza. Muchos días no nos volveremos a ver hasta la noche y ese momento que hemos conseguido arrancarle al día – en ocasiones a base de madrugones – se ha convertido en una necesidad, casi una adicción.

Después del desayuno me voy a trabajar mientras María José se va al Club a disfrutar del sol, de la playa y de todo eso que – hasta hace dos semanas – era parte de mi vida. La tortilla se ha girado y ahora soy yo el que está en la parte de la sartén que más quema.

Por la noche damos una vuelta por el barrio y decidimos cenar en la terraza del Centre d’Art Santa Mónica. La vista sobre la parte baja de Las Ramblas es espectacular, corre aire fresco y los sonidos que llegan de la calle convierten el restaurante en un sitio ideal.
La comida es sencilla pero correcta... el servicio es demencial: Los primeros platos no llegarán jamás, sólo llegan la mitad de las bebidas, a la hora de los postres aparece una canastilla de pan que – poco después – desaparece intacta... pedimos la cuenta y nos traen una que no coincide en nada con lo que hemos pedido. La segunda cuenta es correcta pero no nos han cobrado los cafés. Todos los camareros – eso sí, son amables – parecen estar totalmente superados. No volveremos y es una verdadera lástima.Hacemos la primera copa en el Belmonte y nos convertimos en los primeros clientes de la terraza del “PANYVINO” (Consolat de Mar, 15) que hoy inauguran.

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