05 mayo 2004

“Y he conocido a mujeres a las que les gusta la música (...) pero nunca he visto a una mujer que tenga una inmensa colección de discos neuróticamente ordenados por orden alfabético y en constante expansión.”.
Nick Hornby. Fiebre en las gradas.


DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 04 de mayo de 2004


A veces, leyendo un libro, te encuentras retratado fidedignamente. Soy propietario de una innecesariamente grande colección de discos y mi “freakismo” me ha llevado a crear una base de datos – con más de 5600 entradas (repletas de datos innecesarios)- en la que están ordenados numéricamente todos los discos. Leyendo las múltiples neuras de Nick Hornby veo reflejos de las mías. Sin esperarlo te ves reflejado en el espejo... y sólo puedes tomártelo con humor.

Casi lo he conseguido. Cojo el metro para ir a clase y siempre, en todos los trayectos durante los últimos tres meses, soy asaltado de manera inmisericorde por el puto acordeón. No hay manera de evitarlo.
Hoy he acariciado la posibilidad de un viaje tranquilo con la punta de los dedos y en Maragall, la estación anterior a mi destino, ha aparecido el acordeonista de turno (amablemente acompañado hoy por un guitarrista) dispuesto a amenizarnos el viaje. Como esto siga así me obligarán a cambiar el bus por el metro.

Por la noche, después de un día de compras y cursillos, cena en casa de Olivia y Roberto. Cuando llegamos Martina ya está dormida. Roberto – que se ha pasado el día en la cocina - nos regala un festival culinario de alto nivel: percebes, pasta (casera) con cigalas, bacalao al pil pil y brazo de gitano (también casero). Todo impresionante, delicioso, para llorar.
Larga sobremesa plagada de discusiones sobre cualquier tema (tengo el día discutidor). Son más de las 2 cuando volvemos a casa.

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