16 mayo 2004

DIARIO DE UN OCIOSO
Sábado, 15 de mayo de 2004


Ha llegado el día. Hoy vamos a disfrutar del fantástico regalo con el que hace unos días Rafa y Yoli nos alegraron la vida.
Cogemos el coche – que María José tomó prestado ayer – y vamos hasta Vallfogona de Riucorb. El balneario está junto al río Corb rodeado de altísimos árboles. El lugar es muy tranquilo y pasear por los jardines, con el canto de los pájaros como única banda sonora, es sensacional.
Nada mas llegar nos envían a una “visita médica”. Lo entrecomillo porque eso es lo que hacemos: visitar a un señor que nos dice que es médico y charlar con él hasta que nos programa las actividades para esta tarde. Comida (buena y abundante) en el comedor del hotel y pequeña siesta que empieza en el jardín y que se traslada a la habitación cuando una nube inoportuna lo decide.
Tarde de actividades balneoterápicas. Empiezo con un masaje que me descubre músculos que jamás había sospechado tener. Sigo con un baño, ya en compañía de María José, en una piscina termal llena de burbujas y chorros. Para acabar, una ducha a presión que, sumada a los anteriores tratamientos, me deja en un estado de total laxitud. Vuelta a la habitación para descansar del descanso. La sensación, pese a la preocupante falta de fuerzas, es agradable.
Damos un paseo por los alrededores (una urbanización de pequeñas casas de principios del XX venida a menos) y cenamos pronto. A las diez ya estamos en la cama y media hora después el cansancio puede con nosotros y dormimos como troncos.

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