03 marzo 2004

“... Tras la caída del imperio romano, se produce una desaprobación y condena de su modo de vida. Los conquistadores destruyen todas aquellas manifestaciones (estadios, teatros, circos...) que simbolizan ese estilo de vida caracterizado por el ocio. Esta actitud será la que marcará el comienzo de la ética del culto al trabajo.”
Santiago García Quintana. Pequeña Historia del Ocio. Buenos Aires 1958


DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 3 de marzo de 2004


Martes. Seguramente fui fabricado con materiales reciclados. Sólo así se explica esta costumbre (fea) que estoy adquiriendo: encadenar enfermedades (hoy ha sido un cólico nefrítico: bañera, calmantes, calor en el riñón... y solucionado, hasta la próxima vez). Deshago planes y leo mientras me recupero. María José me cuida. Por la noche estoy bien y, con María José, voy a casa de Olivia y Roberto para cuidar de Martina. Soy un canguro estupendo, y más cuando los padres se encargan de prepararnos una cena mejor que la que ellos disfrutarán en el restaurante. Cenamos, vemos la tele y leemos, Martina no se despierta ni una sola vez (ya lo he dicho, soy un canguro cojonudo). Calles desiertas y frío. Nos vamos a dormir tarde.

Miércoles. La idea de dormir hasta tarde se trunca por las obras de la finca de enfrente. Mi barrio es, desde hace seis años, un inmenso queso de gruyere en el que el ayuntamiento experimenta con la paciencia de sus ciudadanos. Yo creo que están tensando la situación para ver cuantas molestias somos capaces de resistir o, también podría ser, que es un estudio sobre las enfermedades que producen las molestias urbanísticas. Cualquier otra explicación me parecería ciencia-ficción.
Mañana con María José. En la radio, escucho el programa 600 de “Problemes Domèstics”, el programa de Manel Fuentes en Rac-1, ¡muchas felicidades y gracias por las risas!

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