14 enero 2004

“ Mayo, 13 – 1665 (...) Me pregunto cómo he podido pasar así tanto tiempo. Sin embargo, recuerdo haber tenido antes otro reloj, pero notando que resultaba una molestia, tomé la resolución de no volver a comprar ninguno más en la vida”
Samuel Pepys. Diarios (1660 – 1669)


DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 13 de enero de 2004


También a mí, el reloj de pulsera (o el de bolsillo) me parece un objeto inútil. A la larga nos provoca más dependencias que servicio. Creo que no es necesario consultar la hora constantemente. Hace ya más de dos años me liberé de su esclavitud y pese a ello sigo siendo asquerosamente puntual. La única diferéncia es que ahora no sufro durante los trayectos.

Paso la tarde en casa, descansando y esperando noticias del trabajo que, sorprendentemente, siguen sin llegar. Siesta y, ya por la noche, voy con María José a casa de mis padres. Cena familiar – también están Eli y Cesc – con sopa y calamares rellenos (deliciosos).

Vuelta a casa. Leemos hasta casi la una. Me levanto dentro de cinco horas. Seguramente será duro.

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