10 diciembre 2003

DIARIO DE UN OCIOSO
Miércoles, 10 de diciembre de 2003


Una de las cosas más agradecidas de enviar felicitaciones de navidad es que, a los pocos días y a medida que llegan a su destino, empezamos a recuperar voces (por teléfono, por carta o por correo electrónico) de amigos a los que hace meses no escuchábamos. Es una manera de mantener el contacto, de renovarlo, al menos una vez al año.
Esto suele disparar nuestra vida social durante las fiestas y los primeros días del año. Me gusta, pero en ocasiones resulta agotador. Me gustaría más poder repartir mejor las salidas nocturnas... pero cuando llega un plan atractivo es difícil decir que no.

Semana de trabajo (Puag!) y de recuperación. No hay salidas nocturnas y el poco tiempo que me regalo, lo empleo en leer (sigo con Ripley y con Spiderman) y en callejear buscando regalos (aún no he comprado nada).

La navidad ya ha llegado a nuestra casa. María José ha manufacturado el árbol de este año (en esta ocasión utilizando cuerdas de tender y un paraguas roto). Después de nuestros primeros árboles naturales –todos murieron pese a los cuidados a los que fueron sometidos-, los árboles de materiales reciclados de María José se han convertido en una bonita tradición que espero que dure muchos años.

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