04 noviembre 2003

...“No obstante, Tom tenía en gran aprecio su ocio (...) Había anhelado el ocio y un poco de lujo cuando conoció a Dickie Greenleaf y ahora que los había conseguido, seguían conservando su encanto para él.”...
Patricia Highsmith. La máscara de Ripley.


DIARIO DE UN OCIOSO
Martes, 4 de noviembre de 2003


Desayuno con María José y pongo al día mi correo. El día es igual de soleado que ayer, decido aprovechar el sol y bajo hasta el club. En una tumbona, disfrutando de la playa vacía (sólo hay cuatro jugadores de TA-KA-TA) y del mar, descanso y leo. Hace calor, un bañito no estaría nada mal. La nueva piscina descubierta del club es climatizada. Nadar al aire libre en el mes de noviembre es algo increíble (creo que es la primera vez que lo hago) y el agua de la piscina está a una temperatura ideal. Una gozada, tengo ganas de probarlo un día de frío. Vuelvo a la tumbona y me seco al sol.

Me paso el resto de la mañana metido en un autobús (tengo algunas cosas que comprar). El recorrido es largo pero aprovecho para leer. Totalmente distraído por la lectura, me paso de parada y aparezco en Santa Coloma. Por suerte el conductor del autobús me ayuda y me explica como llegar caminando a mi destino. Cruzo el Besos por un puente. Han convertido el río y sus riberas, hasta hace poco un nido de mierda, en un parque gigante, bien cuidado y con un carril bici con muy buena pinta.

En casa de nuevo. María José ya ha llegado. Comemos y siesta.
Tarde de compras (la mayoría frustradas) por el barrio.
Esta noche hemos quedado con Víctor y Laura para cenar. Ellos eligen el sitio.

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